Etapas de la libido masculina
Etapas de la libido masculina
La etapa conceptual está asociada con la formación de la conciencia de un niño y no es relevante en esta etapa para la libido como tal. En esta etapa, todas las personas que rodean al niño se dividen no solo en niños y niñas, sino también en categorías más amplias de hombres y mujeres (mamá y papá, abuelos, tías y tíos). El niño se da cuenta gradualmente del hecho del aislamiento y se considera a sí mismo como uno de ellos. Esta etapa carece de cualquier coloración sensual específica, es inherente a la única emoción positiva que experimenta el niño: la alegría de resolver un problema intelectual difícil.
La etapa romántica (platónica) se caracteriza principalmente por la fantasía, en la que se realizan hazañas imaginarias en honor del objeto del primer amor. Esta etapa es inherente: gran calor de sentimientos con elementos de dulce tragedia, abnegación y sacrificio, confianza en la singularidad de la experiencia y elevación del instinto fisiológico al verdadero amor humano.
La etapa erótica se expresa en el deseo de ternura y caricia (verbal y táctil). Esta etapa, que es extremadamente característica de la sexualidad femenina, es ajena a la naturaleza abrumadora de la mayoría de los hombres jóvenes y se observa con mayor frecuencia en ellos durante los retrasos en el desarrollo psicosexual.
La etapa sexual transcurre en el contexto de emociones específicas de un orden inferior que, luego de surgir durante la pubertad, se apoyan en una estimulación constante de productos de secreción externa (el fenómeno de Tarkhanov). Las manifestaciones de esta etapa, que generalmente superan la norma fisiológica individual (la llamada hipersexualidad juvenil), se acompañan de una curiosidad selectiva sobre cualquier sujeto sexual y genital, erecciones espontáneas con excitación sexual pronunciada, polución nocturna y excesos masturbatorios, que dan lugar a crisis mentales y conflictos entre los casos. Actitudes éticas y autoevaluación.
La etapa de la sexualidad madura se caracteriza por una relación armoniosa entre los elementos conceptuales, sublime-románticos, eróticos y sexualmente sensuales con todo el sistema de orientaciones de valores morales y éticos del individuo. Con el logro de la madurez, un hombre adquiere el control total sobre su comportamiento sexual y, en contraste con la etapa anterior, suprime con éxito las tendencias sexuales si su manifestación no corresponde al tiempo y las circunstancias, y también contradice sus actitudes morales y éticas personales.